Perder hace más daño que ganar.
Según los estudios de neuroeconomía la mente procesa de forma diferente las pérdidas y las ganancias. Perder vale, en la misma balanza, más del doble que ganar. Para hacerse una idea se estima que el disgusto puro de perder 100 euros sólo es compensado por la satisfacción pura de ganar, al menos, 225 euros (Kahneman).
Y esto nos lleva a los taxistas. ¿Cuál es la razón de que sea difícil encontrar un taxi en la tarde de un día lluvioso?
Camerer y otros investigadores lo estudiaron en los taxistas de Nueva York y descubrieron que éstos establecían para cada jornada un objetivo de ganancias (¿os suena de algo?). Una vez alcanzado, dejaban el taxi.
Así, en los días de lluvia, al aumentar el número de clientes, conseguían este nivel de ganancias antes y no les compensaba seguir trabajando. Sin embargo, en días de poco trabajo eran capaces de estar muchas más horas al volante ya que consideraban como una pérdida el no alcanzar la cifra marcada.
Estos datos contradicen la presunta racionalidad de nuestro “juicio económico”. Desde un punto de vista de cálculo económico los taxistas deberían trabajar más horas cuando es más rentable hacerlo (hay más trabajo) y aumentar el tiempo libre cuando el trabajo disminuye. Pero, claro, no cuesta lo mismo una pérdida que una ganancia. Recordémoslo cuando entre un cliente “de última hora” al final de un día de mucho trabajo.