The biggest bluff, que saldrá en breve en España con el título de “El gran farol”, nos cuenta el camino que la psicóloga María Konnikova recorrió para convertirse en maestra del poker, no con el fin de ganar dinero sino con la intención de ver qué podía enseñar este juego en la toma de decisiones y en entornos de incertidumbre.
Se basó para ello en una de las variantes más conocidas del poker: “No limit Texas Hold’em” porque presentaba un universo de probabilidades, certezas e incertidumbres similares a la vida diaria.
El libro resulta interesante en su detalle del camino recorrido, de los errores cometidos y de la ayuda que le prestaron otros psicólogos y el campeón de poker Erik Seidel, que fue su mentor durante el proceso.
Las conclusiones que María Konnikova extrajo de su experiencia se pueden resumir en los siguientes puntos:
- Si quieres conquistar una nueva habilidad, primero debes conquistarte a ti mismo.
Y esto significa conocer tus debilidades. Perder es una buena oportunidad para examinarlas. El camino, además, será más fructífero si tienes el apoyo de personas expertas que te guíen .
- Perder bien es clave para aprender cómo ganar.
Cuando se quiere dominar una nueva habilidad, el fracaso es el mejor profesor. Los éxitos tempranos tienen el riesgo de generar un exceso de confianza y autoengaño. Pero los fallos te fuerzan a examinar el proceso seguido, permitiéndote crecer y continuar aprendiendo.
Aprender el arte de perder es también clave para mantener una carrera larga. Los grandes jugadores de poker que se mantienen durante muchos años, como Erik Seidel, ven el fracaso como una oportunidad de aprender. En cambio, muchos jugadores de poker de corta trayectoria ven la pérdida como una derrota personal y buscan culpables lejos de ellos mismos.
- Jugar con inteligencia significa, entre otras cosas, no preocuparse por lo que otros piensen de ti.
En el juego, María aprendió que tomaba decisiones para demostrar a otros su valía o para buscar el reconocimiento de su mentor. Esto provocaba decisiones precipitadas y aumentaba la probabilidad de cometer errores. Erik, por su parte, pretendía que María no se precipitara aferrándose solo a sus certezas (si creía que tenía una buena mano) sino que evaluara cada decisión cuidadosamente.
- Enfócate en cómo juegas, no en las cartas que te han tocado.
Tras perder en un torneo, María se dedicó a darle vueltas a su caída hablando sobre las cartas que le habían tocado pero Erik la interrumpió. Si no tenía preguntas sobre cómo había jugado sus cartas no estaba interesado en escucharla.
Erik le explicó que es un mal hábito obsesionarse sobre las malas apuestas o manos que crees buenas pero que finalmente pierdes. En vez de enfocarse en la mala suerte debía enfocarse en el proceso.
En el poker tu actitud hacia la mala suerte cuenta. ¿Te ves como una víctima de la mala suerte o como victorioso por tomar las mejores decisiones posibles en las peores circunstancias?. En el primer caso, puedes acabar pensando que cualquier esfuerzo es inútil cuando la mala suerte se conjura contra ti. Lo mismo puede decirse de la vida: si te enfocas demasiado en la suerte puedes acabar regodeándote en tu desgracia. Es preferible centrarte en las partes de tu vida que puedes controlar y encontrar oportunidades para avanzar.
- En las series mundiales (WSOP), María cometió el fallo de no practicar el arte de dejarlo ir.
Empeñada en participar en las series mundiales, con escaso tiempo e insuficiente preparación, se encontró con una inversión realizada de 10.000 dólares y la noche anterior con migraña. En vez de retirarse y asumir esa pérdida, continuó en el torneo y se encontró en inferioridad de condiciones y con pérdidas mayores.
- Anticipa tus tendencias para mantenerte enfocado en el presente.
Cuando te sientas en una mesa de poker, traes todo tu bagaje emocional. Al final del día, eres simplemente humano. Así que, si quieres jugar tu mejor juego necesitas entender tus emociones antes de que afecten a tu modo de jugar. Con práctica, puedes anticipar las emociones que las diferentes situaciones pueden desencadenar, controlándolas y volviendo a centrarte centrarte en la toma de decisiones.